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Hola a todos,
Hace solo unas semanas que he terminado el Máster en Ingeniería Informática que estaba realizando en la Universidad de Málaga (UMA), pero desde varios meses atrás ya venía pensado en escribir una entrada contando mis experiencias vividas durante los años que he cursado esta titulación.

En primer lugar quiero dejar claro que lo que a continuación se detalla es mi opinión, personal y propia, e intentaré no faltar el respeto a nadie. A pesar de todo, espero que si algún miembro del claustro del Máster llega a leer algún día estas líneas se sientan identificados y ofendidos. Pero no por insultos o faltas a la verdad, si no por la vergonzosa actitud docente de ellos mismos y/o de sus compañeros.

Dicho esto, podemos comenzar.

Grado en Ingeniería Informática

Esta historia comienza mucho antes de cursar el Máster, claro. Yo fui uno de esos afortunados en ser conejillo de indias en la implantación de los Grados y el plan Bolonia allá por 2010, y resumiendo, la filosofía seguida durante los años de Grado fue:

El plan es que no hay plan.

Durante los años que pasé cursando el Grado podías encontrar asignaturas bien estructuradas, planteadas y preparadas con un buen plan de estudios y evaluación (quizás unas cinco en toda la titulación); asignaturas directamente traídas de las titulaciones antiguas (medio bien planteadas ya que conservaban su plan de estudios); asignaturas renovadas (en las que podías empezar a ver el cartón pero de una calidad media aceptable, con profesores mejor o peor preparados); y asignaturas completamente nuevas y desastrosas que hacían preguntarte cómo esa persona podía estar ahí “dando clases”.

Aquí tengo que hacer especial mención a aquel inepto, cuya asignatura comenzó un mes más tarde porque no tenía los apuntes creados en septiembre. Lo mejor es que tras las espera y varias semanas de clase perdidas, apareció con unas presentaciones de calidad cuestionable y con el objetivo de dar clases en modo lectura, que para el que no sepa lo que es: se trata de leer a alumnos de estudios superiores las diapositivas durante hora y media y luego irse a casa.

Por fortuna, el número de este último tipo de asignaturas fue tan bajo como el de esas asignaturas que estaban tan bien preparadas. De este modo puede decirse que la calidad media del grado resultó finalmente ser aceptable, con algunos altibajos, pero con una enseñanza que podría llamarse de calidad a pesar del alto nivel de improvisación.

Espero que a estas alturas todos estos problemas se hayan resuelto y se haya estabilizado un poco el contenido que se imparte a los alumnos.

Primeras noticias del Máster

La primera noticia que tuve de este Máster fue durante una presentación a la que, casi obligados, asistimos durante el tercer año de Grado para vendernos la moto. Pero una moto vieja y mala. Y digo obligados porque cortaron una clase para hacer la publicidad. Yo entré en el Grado pensando que éste sustituía las antiguas titulaciones de diplomado y licenciado, unificándolas en una sola. Cuál fue mi sorpresa cuando durante dicha presentación nos informaron de que el Máster que ellos ofrecía te equiparaba al licenciado anterior, y que obtener solo el Grado era igual que la diplomatura.

A día de hoy no sé bien a qué equivale el Grado ni el Máster con respecto a las titulaciones anteriores, o si es mejor olvidar esa comparación, pero queda claro que yo caí en la trampa y me compré esa moto. Al menos con mi tiempo, ya que por suerte he sido beneficiario de, mínimo, la beca de matrícula en todos mis años de estudio.

Creo sinceramente que esta presentación fue lo único que estaba preparado con respecto al Máster. Lo primero era encandilar a los alumnos, ya habría tiempo luego para ver qué se hace. Sin embargo, lo mejor está aún por llegar.

Máster en Ingeniería Informática

Debido a diversos motivos, me matriculé en este Máster el segundo año que se impartía (2015). En un primer momento pensé que esto sería bueno, que lo peor ya habría pasado durante el primer año y el contenido estaría más definido. Cuánto me equivoqué… Además, y para más inri estaba trabajando a jornada parcial por las mañanas, de modo que tomé la decisión de solicitar la matrícula parcial y cursar la mitad de asignaturas cada año por las tardes, tardando el doble de tiempo.

Ahora no me arrepiento de haberlo hecho así. El Máster se anuncia como “compatible con la vida laboral”. Y una porra. El Máster se debería anunciar como “la continuación del Grado, pero peor” que es lo que es realmente. La carga de trabajo es inmanejable para una persona que trabaje a tiempo completo, cualquier alumno debe dedicarse exclusivamente a él si desea sacar adelante las asignaturas de forma decente.

El Máster en Ingeniería Informática impartido por la UMA se puede resumir con la palabra inestabilidad. La edición que yo he terminado está etiquetada como 2014, durante mi segundo año cambiaron el plan de estudios para incluir dos especialidades (2016), lo que significa (aparentemente) una renovación completa; y ahora ha sufrido otro cambio más para los nuevos alumnos de este curso (2018).

Cualquiera podría decime que todos estos cambios son para renovar el contenido, que se están adaptando para mejorar la enseñanza. Yo, que he estado dentro y lo he vivido, os digo que no tienen ni idea de lo que están haciendo, y en realidad no paran de dar palos de ciego y usar palabras de moda en los nombre de las titulaciones ofrecidas para atraer a más estudiantes. Cosa que les ha funcionado, ya que en mi clase éramos solo diez alumnos (uno de ellos inventado, pues nunca apareció), y en 2017 junto con los cambios de nombre han llenado prácticamente el cupo.

Porque no nos engañemos, en un Máster en los que las asignaturas que disponen de apuntes son las que menos, y las que los tienen usan contenidos de otros Másteres o de asignaturas de Grado de otras titulaciones, no veo al personal docente renovando el contenido cada dos años. Si ni siquiera lo hicieron para la primera edición.

Podría hacer un pequeño análisis de cada asignatura, pero, ¿de qué serviría? Me contentaré con dejar aquí plasmadas algunas de las perlas que he ido encontrando por el camino.

¿Por dónde comenzar? Hay tanto donde elegir… Desde profesores que han sido capaces de poner notas finales con dos decimales de precisión sin haber hecho ni un examen ni poner notas parciales, al menos informando a los alumnos; hasta otros que te sueltan: “Con un trabajito al final ponemos la nota, porque examen no queréis, ¿verdad? (Ni yo prepararlo ni corregirlo)”.

Sinceramente, lo que más me ha dolido ha sido volver a ver profesores que yo tenía en alta estima y dar la sensación de que han perdido las ganas de todo, presentándose el primer día tal que: “Yo soy uno de los profesores de esta asignatura, y este año no daré clases magistrales. Este año voy a probar la docencia práctica, que consiste en hacer varios proyectos en grupo y cuando estén listos me los enseñáis y les pongo nota”. Lo que es lo mismo que aprender por uno mismo a hacer algo nuevo, con la diferencia de que un tío te pone nota al final como recompensa. Vergonzoso.

Tampoco pueden faltar los que dan clases en modo lectura, algunos hubo; ni mis favoritos: personas inútiles sin conocimiento que exigen que sus alumnos se esfuercen más que ellos mismos. A ver, si este tipo de personas no ofrece nada nuevo ni de calidad a sus alumnos, ¿cómo espera que ellos respondan? ¿Con trabajo duro y perseverancia? No, responderán de igual forma, haciendo lo mínimo, porque total, no sirve para nada.

Claro, también está el que a falta de una semana para el final de la asignatura se da cuenta de que no tiene nada para hacer la evaluación. Un gran problema… para los alumnos, que se encuentra tres nuevas prácticas que hacer a última hora junto a todo el mogollón acumulado de las demás asignaturas, tras dos meses sin saber nada del citado personaje.

Pero no solo hay ineptos dando clases, también están los que usan la lógica de Marge Simpson:

“Para dar clase solo tienes que ir una lección por delante del alumno.”

Sin faltar los que te sueltan un: “Yo estoy aprendiendo esto con vosotros”. Sinceramente, no sé cómo responder a eso. Me parece ridículo que una persona que cobra por estar ahí dando clases, se ponga a probar en mitad de la lección a ver cómo se hace algo en lugar de llevar las cosas preparadas. “Si funciona, ahora os aviso” o “Esto lo han cambiado con respecto al año pasado” son frases que también he tenido que escuchar. Lamentable.

A la única conclusión que llego es que yo he perdido el tiempo y el dinero estando cerca de este tipo de personas.

Reinventar la rueda es algo que he hecho varias veces durante mis prácticas realizando el Máster. En lugar de profundizar y usar las nuevas tecnologías que han aparecido con respecto a los años anteriores y que facilitan algunas tareas, lo mejor es hacer lo mismo que vuestros compañeros del año pasado, para que la enseñanza sea equitativa y todo el mundo aproveche el Máster por igual. Claro. Y como el profesor no sabe de qué va lo nuevo porque no forma parte de sus líneas de investigación y no le importa lo más mínimo, no se ve y listo. Además, que preparar prácticas de calidad consume tiempo y esfuerzo, siendo mejor reutilizar todo el material posible de los años anteriores.

Estaba dudando en si incluir mi experiencia durante el Trabajo de Fin de Máster en este texto o no. La verdad es que todo ha seguido la línea general del Máster, para variar. Profesores desinteresados del tema y que son, en teoría, tutores para guiar y ayudar a los alumnos.

Los míos (sí, tenía dos) no han sabido en ningún momento qué es lo que estaba haciendo. No se han preocupado en ningún momento de nada de lo realizado y mucho menos han verificado o corregido los resultados y la memoria. Por contar, no podía ni contar con ellos para resolver alguna duda, pues o esquivaban la pregunta o ni siquiera obtenía una respuesta por correo electrónico. A lo máximo que ha llegado uno de ellos es, y cito textualmente: “Leerse diagonalmente algunas partes” (de la memoria).

Su labor en mi trabajo ha sido similar a la de una persona que te manda hacer un bizcocho, sin indicar ingredientes, medidas, orden ni pautas; para luego ni siquiera probarlo cuando está terminado y horneado. Ya puedes pasarte horas bloqueado y realizar decenas de intentos que la única ayuda que obtendrás es la tuya.

Por supuesto, también he encontrado algunos profesores competentes y preparados que se nota que quieren que la gente aprenda con ellos y usan recursos y tecnologías modernas para reforzar la teoría, pero por desgracia ha sido de lo que menos he visto en este viaje. Sé que apenas les he dedicado palabras a estas personas y que básicamente todo el contenido de esta entrada es negativo, pero la labor de estos pocos ha quedado completamente eclipsada por el desinterés de sus compañeros. De veras que me intento quedar con las cosas buenas, pero realizar esta titulación ha sido de todo menos gratificante.

Conclusiones

Comencé el primer año de Máster con mucha ilusión y ganas y se han ido disipando hasta el punto de desear dejarlo a medias varias veces por culpa de personas que transmiten la sensación de no querer estar haciendo lo que hacen. Ese sentimiento se contagia muy rápido y tiene efectos muy negativos en los alumnos.

Termino pensando que la mayoría de los docentes con los que he tratado a lo largo de estos años se han acomodado en sus puestos y no les interesa para nada transmitir nuevos conocimientos a sus alumnos. A resumidas cuentas, solo importan las publicaciones. Si se sale de su línea de investigación, no les interesa. Y básicamente, lo único relevante aquí es que el año que vienen les den, al menos, el mismo presupuesto para su departamento.

Da la sensación de que piensan que los alumnos deben descubrir y aprender todo por ellos mismos, y yo pregunto: ¿cómo vamos a avanzar si no nos basamos en los conocimientos ya adquiridos antes por otros? Desde mi punto de vista, esa es la función de un maestro o profesor, enseñar a sus alumnos todo lo que sabe para que éste pueda algún día superarlo y convertirse en el maestro de otros. Ya lo dijo Isaac Newton:

“Si yo he sido capaz de ver más allá, es porque me encontraba sentado sobre los hombros de unos Gigantes.”

Queda claro que esta no es la idea que persiguen estas personas. Mi experiencia vivida durante los años que he cursado este Máster ha sido nefasta. Espero de verdad que muchos de estos fallos se corrijan, para que los nuevos alumnos no sientan que han perdido el tiempo y han sido engañados, tal y como me siento yo ahora. No tiene sentido que una persona realice un curso de este nivel y complejidad y que no saque de él nada más que un título. Ningún tipo de satisfacción, ningún conocimiento útil, o ningún descubrimiento interesante.

Sé que hay otros alumnos que se han sentido frustrados con la calidad de este Máster, he hablado con ellos; pero la mayoría se conformaban con aprobar y ya. Otros simplemente aspiraban a un puesto en la Universidad si les ofrecían un doctorado. Ahí va otro miembro más del clan detallado en las líneas anteriores.

No quiero creer que soy el único que tenía las expectativas altas con este Máster y no se quiere conformar con pasar por él y a otra cosa. Yo quería que me sirviera de algo y que el tiempo invertido hubiera valido para algo más que obtener el derecho a pagar por una simple cartulina firmada.

Sin más me despido. Siento mucho todo el contenido negativo de esta entrada, sé que me he centrado sobre todo en las partes malas, pero me sirve como desahogo tras la frustración. Solo hay que pensar que el hecho de que estas líneas existan y la molestia que me he tomado en escribirlas, son para mí prueba suficiente de las descaradas carencias de calidad que tiene esta titulación.

Saludos,
Carlos J. Peláez.

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Carlos J. Peláez Rivas (Lázarus Surazal)
Graduado y Máster en Ingeniería Informática por la Universidad de Málaga. Actualmente trabajando como desarrollador de aplicaciones en Java usando Vaadin.
Apasionado de los videojuegos, la música y alguna que otra tecnología, siempre buscando cosas nuevas que aprender y hacer.
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